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¿Profesión?

Ser feliz.


Genial :)

Los derechos de los animales



Al ver la imagen que encabeza la entrada de hoy (proveniente de una campana de Humans for Animals de hace un par de años) no he podido menos que relatar, a grandes rasgos, la visión morbosa de la anciana señora con abrigo de pieles que tuve que presenciar, días atrás, en Ronda. No es la primera vez, ni por desgracia será la última, que debamos soportar estoicamente, por no dar un desplante a más de uno/una, estas abominaciones. Pero eso no quiere decir que debamos callar.


Así pues, la entrada completa está disponible en La Dehesilla News. Y para saber más, como siempre, algunos enlaces recomendados:



14 de marzo


14 de marzo de 1928 - 14 de marzo de 1980


Al "amigo de los animales" que, en buena parte (tal vez la mejor), me hizo ser como soy. Feliz cumpleaños amigo.

Ha transcurrido tanto tiempo desde el viaje a Mérida, que si alguien siguió con la más mínima expectación los dos anteriores episodios de esta trilogía de entradas, habrá terminado hastiado y cansado ante la falta de continuidad en el relato. Sin embargo, y dado el hasta ahora carácter exclusivamente personal del blog, espero que los hipotéticos lectores del mismo me perdonen por la persistente ausencia de que he hecho gala durante este último mes. Ha sido éste un periodo de cambio y adaptación, fundamentalmente en el plano laboral, ya que he cambiado de empresa y tipo de trabajo (aunque la informática me persigue, como siempre, despiadadamente). Dejo de momento el lado empresarial de la informática, y el desarrollo de aplicaciones de gestión, y me vuelco en la parte de sistemas y, lo que me encanta, en el desarrollo de aplicaciones mucho más vinculadas al hardware. Pero esto será tema para otro día.







Por lo pronto, hoy quería mostrar algunas de las hermosísimas vistas de Mérida: su anfiteatro y teatro romanos, o el Templo de Afrodita, que despertaron en mí nuevamente el sueño de estudiar Historia, otra de mis espinitas clavadas (aunque quienes me conocen saben que la Biología y, en concreto, la Etología, son las que más profundamente hicieron mella en mí).








Respecto a Emérita Augusta, no he tenido tiempo de olvidarla. He aprovechado este mes, también, para ver la primera temporada de la serie Roma, que me ha sorprendido gratamente, y de la que hablaré uno de estos días. Y también para escribir, aunque no tan habitualmente como habría deseado, en mi blog de programación y seguridad, Lobosoft ,que en estos días ya es PageRank 2 de Google, y recibe en torno a sesenta visitas diarias.

Mi nueva "mascota"


Llevaba años detrás de conseguirlo, y por fin lo tengo. Ayer traje conmigo de Granada unos pequeños gránulos de kéfir. El kéfir, de origen caucásico, es una combinación de bacterias probióticas (Lactobacillus acidophilus) y de un hongo unicelular (Saccharomyces kefir), que producen la fermentación de la leche (en el caso del kéfir de leche, que es el del mío), del té o del agua y azúcar, ya que son estas tres las variedades de kéfir existentes.


Los productos del kéfir, como la leche “kefirada”, poseen abundantes beneficios sobre la salud. Su crecimiento continuo, que obliga a ir deshaciéndonos de parte del mismo cada cierto tiempo, ha venido ligado siempre a compartirlo, a regalar el que iba sobrando tras nuestra producción artesanal de este yogur alcohólico rico en proteínas. Esta regla no escrita de criar kéfir y compartir la dicha de su disfrute es algo que, como el propio ritual de su preparación y el cuidado que requiere, es algo que me llamó poderosamente la atención cuando conocí de su existencia hace años. Y es que en estos tiempos de prisas y egoísmo, no hay nada como el cuidado compartido del kéfir para sentirnos más unidos a los demás.

Hoy quería recomendar un libro. Me ha tenido enganchado desde que lo empecé hasta terminarlo, y ha conseguido arrancarme una sonrisa tras otra. Se trata de El curioso incidente del perro a medianoche, de Mark Haddon. Este autor, conocido por sus obras infantiles, trabajó en su día con niños autistas, lo que le ha dado una especial visión de los mismos a la hora de plasmar el comportamiento de Christopher, un niño con síndrome de Asperger, cuando descubre que el perro de su vecina ha sido asesinado y decide investigar el caso emulando a su ídolo, Sherlock Holmes.


Aunque aparentemente se trata de un libro infantil-juvenil, el enfoque que le da Haddon le hace recomendable para todos los públicos. Se le ha criticado por incluir demasiados clisés en el comportamiento de Christopher, y posiblemente sea cierto. Esto es algo en lo que no puedo entrar, por evidentes razones, ya que no es un campo que domine. Sin embargo, por lo que he leído sobre el síndrome, lo cierto es que comprende un amplio espectro de patologías, por lo que no hay dos casos iguales en lo que a personas afectadas por este síndrome se trata. Lo que sí es cierto es que la peculiar visión de este niño sobre la realidad puede darnos mucho que pensar. Con él contemplaremos desde otra perspectiva el mundo de mentiras de los adultos, que no es capaz de comprender porque no sabe mentir, y con su tierna mirada a los animales y forma de ver la vida, simple y racional nos llevará de la mano por un mundo que nos resultará totalmente novedoso.