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Fin de año

Navegando ayer por Internet, saltando de blog en blog a ver qué encontraba, descubrí uno en el que hacían referencia al grupo The Moon and the Nightspirit, una banda que trae, con su música, reminiscencias de tradiciones perdidas, ritmos hipnotizantes que, por un lado, me recuerdan a la música viajera de Loreena McKennitt y, por otro, cantos medievales de singular belleza.




Termina hoy el año en el que descubrí la singular epopeya de los Stark en la Canción de Hielo y Fuego de George R. R. Martin, que tantas veces habré referido y referiré por estos pagos, y lo hace despidiéndose esta tarde con el embrujo del medioevo, su música, su épica y, por qué no, con un vibrante vino caliente especiado.

¡Salud, y feliz nuevo año!

Dexter


Siempre he sido bastante ecléctico en lo que a gustos se refiere, y por tanto no es de extrañar que en mi etapa –más infantil que juvenil- de profundo entusiasta de la Inglaterra Victoriana fuese tan admirador del personaje más universal de las letras inglesas (hablo de Sherlock Holmes, y corríjanme si me equivoco ante tamaña afirmación) como del desafortunadamente real Jack el Destripador. Tal vez debido a esto, no debería resultar inusitada la afirmación de que el personaje de Dexter me resulta especialmente atractivo.

Descubrí al encantador asesino en serie de Miami gracias a la fervorosa recomendación de una amiga, aunque no fue hasta transcurridos unos meses de su comentario que, casualmente vi un capítulo de la serie de televisión y, recordando su entusiasmo, me dispuse a verlo. La verdad, he de admitirlo, me encantó. Dexter, en televisión, piensa como un asesino pero no deja de ser adorable. Descubierto el placer, devoré con ansia toda la primera temporada, y a continuación, la segunda de esta increíble serie. Entretanto, había descubierto que –supuestamente- el argumento de aquella estaba basado en una serie de libros escritos por Jeff Lindsay, y como no hay libro que se me resista –de momento, que aún no he probado con el Ulises de Joyce, y me comentan por aquí que tiene un trago-, me dispuse a conseguirlos. Afortunado de mí, fueron cayendo en mis manos en sucesivas entregas, presentes siempre de mi pequeña Lycis.

Lo primero que he de decir es que la serie no sigue (excepto la primera temporada, y sólo parcialmente) los argumentos de los libros. Bien, por un lado, ya que así tenemos Dexter para rato. Mal, por otro, porque si bien el Dexter de los libros es más ácido en sus comentarios y despiadado en sus acciones que el de la serie, también es un poco menos encantador, aunque sigue cayendo bien, eso sí. En cuanto a los libros en sí, la traducción (en particular, el primero de ellos, El oscuro pasajero) es bastante mala, aunque gana unos puntos en el segundo (Querido Dexter) y tercer libro (Dexter en la oscuridad) publicados.

Como apuntaba unos días atrás, el último de ellos había caído en mis manos hacía poco, y precisamente esta mañana he terminado de leerlo. Lo he devorado, literalmente, y es que aunque la trama no resulta demasiado novedosa (después de combatir al asesino del camión de hielo en el primer libro, y enfrentarse a un doctor un tanto chiflado en el segundo, Dexter parece llegar al Templo Maldito de Indiana Jones para encontrarse con los malos de El secreto de la pirámide), el libro engancha.

Ahora, tengo pendiente la tercera temporada que, por lo que he leído por ahí, parece prometedora. Ah, y según parece, Lindsay pretende sacar un cuarto libro en 2009. A ver si tenemos suerte, y se le va un poco menos la pinza cuando lleve a Dexter a París. Sí, dejamos la jungla que parecen ser las calles de Miami para volar a Europa. ¿Visitará nuestro asesino en serie preferido la Rue Morgue? Habrá que esperar un poco para saberlo.

Olvidos

Ayer escribía sobre las vacaciones y mi afán lector, comentando que posiblemente me dejase algunos libros en el tintero. En efecto, así era; un par por omisión (Dexter en la oscuridad, la tercera parte de la serie de libros sobre nuestro asesino en serie preferido, que comencé ayer mismo, y El experimento del doctor Heidegger, de Hawthorne, al que tengo unas ganas inmensas de hincar el diente. Para colmo, hoy he estado junto a Lycis en una librería de viejo de Torremolinos (ya escribiré por aquí o por allí sobre ella), y se han venido para casa, entre otros, Vathek de Beckford, La colina de Watership, de R. Adams, El quinto hijo, de la Nobel Doris Lessing y El hombre que calculaba, que me recomendase años atrás un amigo argentino durante la visita a la Alhambra en la que disfrutamos, tanto Lycis como yo, de su siempre grata compañía.

En fin, más lecturas para el mismo tiempo. A ver cómo me organizo para disfrutarlas al máximo estos días. Salud.

Vacaciones

El tiempo pasa volando, y ya es Navidad un año más. "Somos más viejos y sinceros, y qué más da", cantarían nuestros Héroes, y ciertamente así es.

Ha transcurrido casi una semana desde que pude coger vacaciones, y apenas me he enterado. Sigo acumulando cansancio y tedio, y sé que enero alberga una cuesta bastante pronunciada: en el trabajo, tendremos muuuucha tarea, y tenemos que encontrar piso y hacer mudanza. Creo que sueño con que llegue febrero y estemos totalmente establecidos.

Entretanto, he descubierto la bella música de Amy MacDonald, ando escuchando el disco We Wish You A Metal Xmas, para no romper con la tradición, y se me acumulan los libros para leer: El amante bilingüe de Marsé, El viaje del elefante de Saramago, la relectura de Las aventuras del buen soldado Svejk de Hasek, el descubrimiento, ocho años después de su genial Olvidado rey Gudú, de la nueva novela de Matute, Paraíso inhabitado, además de algún otro libro que seguro me dejo olvidado. Ah, y sigo inmerso, lo que puedo, en el fascinante periplo de los Stark, Lannister y Baratheon bajo una Tormenta de Espadas que sólo un genio como George R.R. Martin podría imaginar.

Y con todo esto de por medio, se me ocurre abrir un nuevo blog. Sí, es cierto: en ocasiones, se me va la pinza.




Felices fiestas.

Nuez de pecana

Quienes me conozcan bien saben que no me puedo resistir a los frutos secos, y que mi perdición son las nueces y avellanas, por este orden. Ayer una alumna de Lycis trajo una bolsita de nueces de pecana (Carya illinoinensis), que había visto en ocasiones pero que nunca había probado.

Son deliciosas, con un sabor parecido al de la nuez común aunque bastante más persistente. Y, para redondear la jugada (aunque su forma sea algo más alargada), no necesitan de cascanueces o artilugio alguno para ser abiertas y degustadas. ¡Manjar de dioses, que os lo digo yo!

Es La Opinión de Iñaki Gabilondo en las noticias de Cuatro, y corresponde al 8 de diciembre. Me encantó, más que nunca, y aquí lo dejo para quien guste leerlo y reflexionar sobre ello:

"El diputado de Esquerra Republicana Joan Tardá dice una barbaridad y su partido en vez de adelantarse a todos y recriminarle, le protege. Hay que quitarle importancia porque Tardá es de los nuestros. Lo mismo hace el PSOE con el alcalde de Getafe, es de los nuestros. El PP que se escandaliza por estos exabruptos se pasó sin embargo la última legislatura insultando a Zapatero en las calles y en el Parlamento, sin escandalizarse nada. Los casos de corrupción municipal son para cada partido leves, graves o gravísimos en función de quién sea el corrupto, depende de si es o no de los nuestros. Y deben provocar dimisiones o no, y han de seguirse responsabilidades o bien cuando se denuncian los hechos, o sólo cuando se produce la imputación, o sólo cuando hay sentencia, o sólo cuando se resolvía el recurso, o nunca según sean o no de los nuestros. Otro caso, el asunto de la presunta complicidad española con los vuelos de la CIA, es un asunto que le estaría pareciendo gravísimo al PSOE, al PP si estuviera claro que sólo le iba a afectar al otro. El grado superlativo de esto de "es de los nuestros" lo alcanzan los Batasunos, que no pueden condenar los asesinatos de ETA porque eso sería simplificar, pero condenan cualquier detención de ETA sin miedo a simplificar. En el lado "chusco" nos encontramos con Rajoy, al que cualquier cosa le parece una ocurrencia, lo dice mucho, pero que no ha encontrado nada extraño en la gamberrada de Educación para la Ciudadanía en inglés. En fin, ya sabemos que los partidos políticos son de hecho la institucionalización de la parcialidad, responden a un sano principio, el principio de que nadie está en posesión de la verdad y cada partido defiende su legítima percepción de las cosas. Pero se supone que en algún lugar de su horizonte está el bien común y el sentido común. No pueden arrastrarnos a su forcismo o a su ceguera, porque los ciudadanos también somos de los nuestros".
Como última puntualización, cabe mencionar el elevado número de correcciones que hemos tenido que llevar a cabo en el texto arriba expuesto. Es una vergüenza que en innumerables sitios web y más flagrantemente en los titulares de noticias se agolpen las faltas ortográficas y errores gramaticales. Por lo que respecta a nuestra lengua, en ocasiones dan ganas de gritar aquello de "sálvese quien pueda". Señores de Cuatro, profesionales de la comunicación en general, hagan aquello que llaman "acto de contricción" y pónganse las pilas antes de que acabemos todos volviendo a la escritura jeroglífica para hacernos entender.

Nuevamente por aquí

Antes tenía una buena medida para saber hasta qué punto no tengo vida en un determinado momento: si apenas leo libros, si la lectura de aquél con el que estoy se prolonga durante semanas y semanas… quiere decir que empiezo a no tener vida, generalmente porque en ese periodo, por uno u otro motivo, estoy trabajando demasiado.

Ahora, a la anterior, se suma otra. Si pasan dos meses sin actualizar La Dehesilla News, un par de semanas sin introducir información en Lobosoft, o un mes en este propio blog… las cosas no andan demasiado bien.

He roto la maldición. He publicado algo en los tres. Esperemos que dure. Saludos.

Reflexiones...

Hace ya un mes que no paso por aquí, e incluso esa visita fue breve, para incluir una canción que me rondaba la cabeza en esos días y que me ha acompañado hasta hoy. El invierno está llegando, como reza el lema de la casa Stark en Canción de Hielo y Fuego, y ni por esas saco tiempo para escribir en el blog. Tanto este proyecto, el más anárquico de los blogs que mantengo (sobre todo por lo personal y lo dispar de las entradas que lo componen), como La Dehesilla News, el primero de ellos, han sufrido mucho el impacto de mi inapetencia escritora y la acumulación de trabajo. Lobosoft, el de índole más profesional y más activo, ha pasado también un par de semanas en barbecho. Espero que ahora que se acercan las navidades, si consigo tener un poco más de tiempo, pueda sentarme a escribir por aquí y a reflejar algunas otras cositas que se me pasan por la cabeza. En ocasiones pienso que sería mejor unir todos en un único blog, porque así no se resentirían tanto individualmente por la falta de tiempo. Pero cuando he optado por hacerlo he visto lo dispares que son los temas que trato, y que a quien lee las Andanzas de un Trotalomas no tienen porqué interesarle los otros. Pueden visitarlos a través de los enlaces que tienen los blogs, por eso mismo, ¿por qué unirlos y perder (más aún) la cohesión entre los temas? Pero cuesta, cuesta sacar el tiempo para estos pequeños hijitos que lo devoran a uno y le exigen su tiempo.

Hasta que llegue el momento de sentarme a escribir, el blog sigue en coma, que no muerto.

Deseo que no por mucho tiempo.

Feliz puente de la Constitución.

Winter is coming




Dark Princess: My fragile winter dream

You see, I'm dying
For this crystal temple of dreams
Melting my crying
In black waters of frozen streams.
I've to be stronger
But I feel your fingers are cold.
These shadows are like you.
I can't see your world.

Winter will bury with the snow my pain
You've never shared my sorrow, you'll never
share it again.
Dark is so deep and there's no sun to shine.
But in this fragile dream you're mine...

Mirrors are broken,
Stars are dead, they can't give us light.
Fear of darkness...
I wish you could trust my insight.
I've to be stronger
But I feel your fingers are cold.
These shadows are like you.
I can't see your world.

Winter will bury with the snow my pain.
You've never shared my sorrow, you'll never
share it again.
Dark is so deep and there's no sun to shine.
But in this fragile dream you're mine...

Burned by your love and hate I pray:
"Please, let me out! Let me...stay!"

Winter will bury with the snow my pain.
You've never shared my sorrow, you'll never
share it again.
Dark is so deep and there's no sun to shine.
But in this fragile dream you're mine...

Paseando con Dexter

Con la lectura de Dexter, El oscuro pasajero y Querido Dexter he vivido una paradójica situación en la que se juntaban, por un lado, la pésima traducción del primero de los libros (algo mejor en el segundo, sin que llegue a ser como para lanzar las campanas al vuelo) y que ya conocía al personaje y parte de su historia gracias al par de temporadas de la serie de televisión que ya había visto, y por otro lado, el interesante descubrimiento de las notables diferencias entre las novelas y sus “adaptaciones” a la pequeña pantalla. El Dexter literario es, sin duda, mucho más ácido y mortífero que su equivalente televisivo, aunque carece –en parte- del encanto de éste. En cualquier caso, se hace querer, engancha a pesar de la mala traducción y me ha aportado unos buenos ratos de descanso tras llegar a casa de trabajar.
Ya estoy al acecho de la tercera parte, que aparecerá publicada en castellano el día 3 de noviembre, esperemos que con un mejor trabajo “traductoril”, aunque por lo que he leído por ahí, la historia que plantea Lindsay está un poco traída por los pelos. En cualquier caso, no puedo resistirme a evaluar ésta nueva aventura de nuestro psicópata preferido ;) .

Novelitas

Llevo unos días sin escribir por aquí, bastante más en La Dehesilla, y un poco menos en mi blog sobre informática, Lobosoft. En parte, la fiebre bloguera del verano se me pasó un poco, puede que por los problemas que sufrí en este último con los ataques de algunos "amigos" rusos. En parte, también, puede ser porque el tiempo es tan escaso que apenas puedo gastarlo (que no malgastarlo) escribiendo por aquí. Por último, son palabras que van al viento del ciberespacio, y no sé en qué ojos terminarán (aunque lo hacen en algunos, porque a Lobosoft llega gente de rebote :)). Pero sí que leo: libros, por fin, y nuevamente, y a bastantes bloggers. Esta mañana descubría un blog muy curioso, que me ha llevado a recordar viejos hábitos de infancia, y un "submundo literario" ya desaparecido: el de los Bolsilibros.

Dejo unos enlaces a quien pudiera interesar el tema:

La razón que te demora

Martes, 11 de noviembre, 20:30 de la tarde... La Renga en la Sala Vivero de Málaga. Una de las más grandes bandas "vivas" de la escena del rock allá en la Argentina. Pues habrá que ir, ¿no? ;) Ya sólo por esta canción merecería la pena:


Hay un destino que no tiene pruebas
por eso esta historia
puede que muera con una verdad
olvidada en tu memoria.

Será un camino que no tiene huella
la suerte que le ha tocado a la estrella
que te ha de guiar.

Hay un siempre para la batalla
y la razón que te demora
si hay una sombra para cada luz
corras a donde corras.

Quizá el destino sea una mentira
quizá lo único que quería la vida
era terminar con vos.

La ruta sigue más allá
de las luces de la autopista
secando al ojo de la lágrima te perderás de vista
como un relámpago en la fría noche
cruzarás los abismos
esos que guardan a la sombra
que te oculta de vos mismo.

Hay algo extraño ahí del otro lado
que te teme y te da la mano
para llegar hasta vos.

Hay un destino que no tiene pruebas
por eso esta historia
ya habrá muerto
con una verdad olvidada en tu memoria.

Será un camino que no tiene huella
la suerte que le ha tocado a la estrella
que te ha de guiar.

Habrá un siempre para la batalla
y la razón que te demora
si hay una sombra para cada luz
corras a donde corras.

Quizá el destino sea una mentira
quizá lo único que quería la vida
era terminar con vos.

Programas sobre libros

Es curioso comprobar cómo, a pesar de que transcurran los años, siguen siendo necesarias las medidas de fomento de la lectura, y cómo, por muchos que pasen, los efectos no se hacen patentes ni perduran en el tiempo. En ocasiones, además, lo poco que se hace, se hace mal, a conciencia o no. Es el caso que me encontraba ayer, cuando veía el programa que Canal Sur 2 emite para lectores: El público lee y, como cada domingo, se solapaba al menos en parte con Página 2, su equivalente en La 2 de TVE. Tenemos toda la semana disponible, y para un par de programas que se emiten en televisión intentando llevar el mundo de los libros a los lectores (quién sabe si algún no-lector se hará eco de sus propuestas), lo hacen el mismo día y casi a la misma hora. Ambos fueron interesantes, en cualquier caso. En El público lee entablaron debate con Juan Cruz, y en Página 2, bastante más dinámico y variado (más enfocado, me parece a mí, a captar no-lectores) entrevistaron a mi siempre adorado Paul Auster.

Yo, que ya antaño (de los ’80 hablamos) veía el programa infantil-juvenil Un cesto lleno de libros, y que –debo confesar- alguna vez he vencido doblemente al sueño viendo a altas horas de la noche Negro sobre blanco, el soporífero programa de Sánchez Dragó e incluso, en ocasiones, odiado a Dovstoievski por sus Noches Blancas al dar la idea a Dragó para el título de su programa en Telemadrid, soy bastante escéptico con estas iniciativas. No porque no las considere necesarias, sino justamente por lo contrario. Porque son tan necesarias que tiene poco sentido programarlas a las 2 de la madrugada, o el domingo por la tarde compitiendo con el –por desgracia- omnipresente fútbol. Máxime cuando compiten entre sí, televisión nacional y autonómica, públicas ambas, un mismo día a la misma hora.

Goodbye, Master

Profunda decepción: no he sido admitido en el Máster de la UNED que deseaba realizar. El año, que se presentaba interesante en lo tocante al aspecto académico, me da un revés. ¿Mejorar el inglés? Sí, es mi intención. Pero también lo era mejorar mi formación en la profesión que, para mal o para bien, desempeño día a día. Tal vez sea el momento de preparar alguna certificación, o especializarme en algún campo que me llame más la atención. O de reflexionar y ver qué rumbo toma mi vida en lo sucesivo...

Mañana de sábado

Sábado por la mañana. Me despierto temprano, desayuno un café bien caliente y bizcocho de chocolate. Autobús y camino a Málaga. La Hackmeeting espera, aunque al final resulto que yo la espero a ella, porque la falta de organización reinante (anarquía la llaman, a veces) provoca el retraso de las primeras charlas. Así que aprovecho para pasear un poco por el centro de la ciudad junto a la que resido, hace ya casi dos años, y que tanto desconozco. Calles Compañía y Comedias, interesantes ambas por los locales que me encuentro: una librería especializada en libros de viajes, montaña y mar, repleta de artículos relacionados con Tintín y sus aventuras, con una atmósfera que me retrotrae a tiempos remotos, a la cubierta de la Surprise junto a Aubrey y Maturin, al inhóspito norte arrastrándome tras un trineo junto a London. A compartir los 500 millones de la princesa india y el sueño de una prometedora ciudad de luz. A perderme en una isla, no la de Lost, sino la de misteriosa esencia a la que fueron arrojados Cirus Smith y sus compañeros. Compro un chocolate excepcional allí cerca, y me pierdo en otra librería, ésta de viejo, donde encuentro una primera edición de 1980 de la Nueva antología personal de Jorge Luis Borges, que se viene conmigo, como el gato de Bruguera, que tantas veces lo hizo en el pasado.
La Hackmeeting me defraudó, pero no puedo decir que perdiese el día. Ah, y la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión parece extender sus casetas en el Paseo del Parque de Málaga. Más tentaciones bibliófilas a la vista.

Diga 33

No, no me encuentro enfermo, ni he tenido que ir al médico para que me atienda (poco) solícito y me requiera para cantarle, cual niño de San Ildefonso, la famosa cifra: treinta y tres; ciento veinticinco mil peseeeetaaaaas… Sí señores, pesetas, pues en esa moneda comprábamos en los años en los que crecí. Treinta y tres añitos ya (sí, vale, la edad de Cristo y todo eso) cumplí hace un par de días en un día que pasó sin pena ni gloria, como tantos otros, aunque eso sí, en general, bien acompañado. Ni estaban todos los que eran, ni eran todos los que estuvieron, pero en cualquier caso, los que son lo saben bien, y son siempre bienvenidos, en la distancia o no.

Aproveché el día para salir al campo, y para encontrarme con los devastadores efectos de la fuerza del viento sobre los árboles. Multitud de chopos caídos, como es habitual, a los que se les sumaban incluso las copas de algunos pinos y álamos blancos. Al menos, unos nogales especialmente queridos para mí seguían en pie y sin daños aparentes. Thor y yo anduvimos bajo sus copas, siempre imponentes aunque ya desnudas por el otoño.

Aparte de esto, poco más que contar sobre los últimos días. He aprovechado para leer bastante (no tanto como hubiese querido, claro, pero sí algo más de lo que viene siendo habitual). Terminé Un grito de amor desde el centro del mundo, una novela del japonés Kyoichi Katayama que se deja leer con delectación, aunque resulta algo más ligera que las de mi admirado Murakami. Suyo es Sauce ciego, mujer dormida, el libro de relatos que tengo a mi lado, listo para hincarle el diente. También acabé anoche Dexter, el oscuro pasajero, de Jeff Lindsay, la novela en la que se basa la primera temporada del psycho killer más cautivador. Eso sí, tiene ligeros cambios argumentales respecto a la serie de televisión, centrándose más en la visión de Dexter sobre sus compañeros y su “oscuro pasajero”, y la traducción deja –mucho- que desear. Estoy deseando comenzar Querido Dexter, aunque espero encontrarme con un trabajo de traducción un poco más elaborado.

Para colmo de bienes, acabo de descubrir que han reeditado Las aventuras del buen soldado Svejk, de Jaroslav Hasek, un clásico de la literatura que se encontraba inexplicablemente descatalogado desde hacía años. La anterior edición, de la editorial Destino, era bastante manejable (yo lo leí hace años porque en la Biblioteca Pública de Granada tenían una copia), pero la nueva edición que nos llega de la mano de Galaxia Gutenberg y Círculo de Lectores. Ya tengo lectura para la Navidad :) .

Por último, sigo con la lectura de Choque de Reyes, segunda parte de la increíble saga de fantasía creada por George R.R. Martin. Y empiezo a sentir la imperiosa necesidad de crear una Wiki con los personajes y situaciones de los libros, para evitar perderme cuando llegue al quinto volumen. Existen interesantes iniciativas en la red, como la web Westeros, pero claro, en el idioma de Shakespeare y de Martin. Quién sabe…

¡Salud!

El retorno

La verdad es que sí, que llevo bastante tiempo sin escribir en el blog (en ninguno de ellos), más por desidia que por otra cosa. Llego a casa, hago algo de ejercicio (muy ocasionalmente, bicicleta estática de por medio y un capitulo de Dexter por delante), o me tumbo a leer algunos libros (Un grito de amor desde el centro del mundo, que debo reseñar, o Dexter, El oscuro pasajero, de Jeff Lindsay, simultaneándolos con la lectura de la saga de Canción de Hielo y Fuego, que me encanta).

El blog, eso sí, ya está migrado a Blogger desde Wordpress -cut&paste(TM) mediante-, y el dominio, que me ha dado alguna guerra por depender de servicios gratuitos externos (como EditDNS) apunta al nuevo blog. Ahora me queda buscar o crear una buena hoja de estilos para que luzca de forma adecuada, pero de momento ya está nuevamente disponible, que era lo realmente necesario.

Pero además, ¿cómo encontrar la disposición para ponerse a escribir o trabajar con semejante ejemplo?

;)

Los viajes de Tuf


El pasado fin de semana, aprovechando la entrada particularmente lluviosa con que se ha hecho presente este otoño, he finalizado la lectura de Los viajes de Tuf, de George R. R. Martin, el autor que me tiene encandilado con su saga Canción de Hielo y Fuego. Sin embargo, las aventuras de Tuf poco o nada tienen en común con las intrigas políticas y traiciones que infligen y sufren los protagonistas de esta serie de fantasía. Haviland Tuf es un comerciante que, casualmente, consigue hacerse con una vetusta (pero avanzadísima) sembradora del Viejo Imperio, el Arca, que si bien en el pasado era usada para llevar la guerra biológica a los planetas enemigos, se convierte en manos de Tuf en la solución a los problemas ecológicos de los problemas que visita. Con este sencillo argumento, Martin nos presenta a un personaje dotado de una personalidad muy particular: sin rastro de vello en su cuerpo, es vegetariano y detesta ser tocado y tratar con sus semejantes. Dotado de una aguda inteligencia, al conseguir el Arca comienza a desempeñar labores de ingeniero ecológico sin dejar de lado sus habilidades de comerciante a la hora de negociar el precio de sus servicios. Eso sí, acompañado siempre por sus gatos.


Aunque el relato toma forma de novela, lo cierto es que se trata de una serie de cuentos, publicados en orden no cronológico respecto a los acontecimientos, y recogidos posteriormente en este formato. En cada uno de ellos, Tuf se enfrentará a un reto ecológico distinto, y no habrá que bucear mucho en la trama para reconocer problemas a los que se enfrenta actualmente nuestro planeta por las acciones que llevamos a cabo (o dejamos de realizar) cada día.


Un libro que recomendar a mansalva, que todos deberían leer. Es muy divertido, se lee casi sin darnos cuenta y plantea situaciones que se están dando o se darán en breve en nuestro planeta, y que dan pie a cuestionarnos nuestra forma de actuar.

¡Feliz cumpleaños!

La verdad es que no sé qué ocurre en Navidad, pero muchos de mis amigos y conocidos cumplen años en septiembre :) . Así, además de los buenos amigos -o más que eso- que he ido felicitando durante el mes presente, tengo que felicitar hoy a dos entrañables personajes. Bueno, a tres, puesto que el día 20 fue el cumpleaños de George R. R. Martin, que tan gratificantes momentos me está brindando últimamente. Respecto a los otros dos, me refiero a Bilbo y Frodo; ya sabéis, aquello de

No conozco a la mitad de ustedes, ni la mitad de lo que querría, y lo que yo querría es menos de la mitad de lo que la mitad de ustedes merece.

Así pues, ¡feliz cumpleaños! ¡Y feliz otoño!

Llega el otoño

Por fin llega el otoño, mi estación preferida (la estación por antonomasia), mañana, día 22 de septiembre de 2008, a las 17:44 horas. Con un poco de suerte, su llegada me encontrará en casa, descansando, tras la jornada laboral. Con un poco menos, posiblemente le encuentre yo sentado frente a un ordenador terminando de realizar un despliegue que ha sufrido alguna complicación.


El caso es que, como decía, no sé si se deberá a la proximidad del otoño, pero me encuentro estos días un poco más melancólico de lo habitual. He aprovechado el fin de semana para ponerme al día con algunos grupos musicales que había dejado aparcados en el camino durante estos años: Paradise Lost, Type O Negative, Moonspell o My Dying Bride, por mencionar algunos. Todos ellos englobados en el estilo gothic/doom metal, y que con el devenir de los años han sufrido algunas transformaciones en su concepción de la música, unos más que otros, obviamente. El caso es que, recuperando sus discos de los ’90, cuando aún me sumía en la vorágine de su música tenebrosa, me he sentido tocado por un hálito de rejuvenecimiento y melancolía que, lejos de ser malo, creo que ha recuperado en mí las ganas que tenía entonces de llevar a cabo proyectos. Alejados, eso sí, de la informática; entre el trabajo, el posible Máster en el que con un poco de suerte (que sea buena o mala es cuestión aparte) ocuparé mi tiempo libre dentro de poco, y el otro blog, tengo más que suficiente. Pensaba, por ejemplo, en volver a escribir, en colaborar con alguna asociación o revista literaria, incluso en buscar (nuevamente, esperemos que ahora con mejor suerte) alguna asociación medioambiental como aquella que ocupó más de diez años de mi vida…


No sé si haré todo eso, o quedará en agua de borrajas. Pero la intención está ahí. Temblad, pues :) .

El horror de Dunwich

Las sombras dejaron de expandirse hace horas para comenzar a disolverse entre sí, fundiéndose en un todo impenetrable del que a duras penas es capaz de salvarme la luz de la lámpara que reposa sobre la mesilla de noche, junto a la cama, a mi lado. Su ocre luminosidad destila las tinieblas en imposibles siluetas de muebles que ocupan la habitación con sus abigarradas figuras contrahechas, invitándome a regresar a la lectura del volumen que sostengo entre las manos. Años atrás disfruté -si así puede definirse la indescriptible desazón que me acompañó en una primera lectura- de la pluma de Lovecraft narrando los horrores de Dunwich y los ominosos rituales que allí se celebraban. Ahora, cuando el oscuro vuelo de las grajillas toma el relevo al hipnótico cántico del chotacabras anticipando la llegada del ya próximo otoño, vuelvo a sentir cómo un escalofrío me recorre el espinazo. La oscuridad me rodea, y sólo me acompaña la voz de Nick Holmes como aquel entonces, casi quince años atrás. Lovecraft resulta más terrorífico que nunca en la exquisita edición ilustrada que edita Libros del Zorro Rojo -cuán distinta de aquella otra de Alianza Cien que leí antaño-, un ejemplar que sólo regalaría un amante de los libros a otro homo libris.



Vuelvo a la lectura… Mas cuidado si visitáis Dunwich, sus pobladores os estarán esperando:




Los vecinos de Dunwich han llegado a constituir un tipo racial propio, con estigmas físicos y mentales de degeneración y endogamia bien definidos. Su nivel medio de inteligencia es increíblemente bajo, mientras que sus anales despiden un apestoso tufo a perversidad y a asesinatos semiencubiertos, a incestos y a infinidad de actos de indecible violencia y maldad. La aristocracia local, representada por los dos o tres linajes familiares que vinieron procedentes de Salem en 1692, ha logrado mantenerse algo por encima del nivel general de degeneración, aunque numerosas ramas de tales linajes acabaron por sumirse tanto entre la sórdida plebe que sólo restan sus apellidos como recordatorio da origen de su desgracia.


Lo mejor que le puede pasar a un cruasán




He pasado unos días disfrutando de lo lindo en compañía de dos Pablos, Tusset y Miralles, autor y personaje, ambos de aguda inteligencia y lengua aficionada a modular expresiones procaces. Hace unos años, no recuerdo si por falta de tiempo, por andar atareado con varias lecturas o por qué motivo exacto, descarté la novela Lo mejor que le puede pasar a un cruasán tras leer apenas el primer capítulo. Sin embargo, tal vez porque el verano es proclive a este tipo de lectura, quizás porque había llegado su momento, en esta ocasión he devorado el libro en cuestión. Emparentada con la novela negra y picaresca, la historia que nos trae Tusset en su primer título, publicado siete años atrás, nos atrapa en la resolución de la intriga de la que Miralles no puede escapar: su hermano y la secretaria de éste desaparecen sin dejar rastro, dejando a Pablo una deuda de cincuenta mil pesetas a cuenta de un trabajito que le había sido encargado por aquél. Así comienzan las aventuras de este remedo del genial Ignatius narradas por su equivalente en la vida real, un nuevo Mendoza con aires de Vázquez Montalbán . Y es que, aunque las comparaciones sean odiosas, no puedo dejar pasar las impresiones que desde un primer momento me transmitió la novela. Con todo, aunque resulta genial y atrapa desde su comienzo, no dejó de recordarme –salvando las distancias- al protagonista de La conjura de los necios atrapado en El laberinto de las aceitunas . Eso sí, las numerosas referencias a hechos contemporáneos a la obra, generalmente banales, le dan un toque de frescura que, me temo, irá deteriorándose con el paso del tiempo.


En resumen, resulta un libro ideal para disfrutar con la aventura que nos presenta, especialmente en estos largos días de estío, aunque no se trate de una obra maestra.

Wolfhound, el guerrero


En buena hora se me ocurrió disponerme a ver Wolfhound, el guerrero esta mañana. Encontré esta película casualmente, hará cosa de un par de meses, cuando contemplaba atónico en Llutuv el trailer de una supuesta producción cinematográfica en torno a la Cuarta Edad de la Tierra Media (Ancanar , creo recordar que se llamaba), y rezaba a dioses en los que no creo para que el proyecto se malograse (así me las gasto, con mala saña y peor intención), o me evitasen al menos caer en la tentación de verla, “manquefuera ” para criticarla. El caso es que, volviendo a Wolfhound , tras ver algunas imágenes de la película no me pareció que tuviese mala pinta del todo, y tras comprobar que se trataba de la primera producción fílmica fantástica de Rusia, me dije: esto tengo que verlo. Además, llevaba el nombre de una de mis razas de perros preferidas, el Irish Wolfhound o Lobero Irlandés (la raza canina con ejemplares de mayor tamaño), y me dije que tan mala no podría ser la experiencia. No, qué va…


Me senté frente al televisor, tras insertar en el reproductor el DVD de la película, y pulsé el plei del reproductor. Los créditos, en cirílico, con un par. Una aldea con tintes bucólicos rusos (en serio, son epítetos compatibles), un herrero forjando una espada, el hijo de éste y de su hermosa madre, que también aparece en el plano. Empezamos bien; si el niño fuese menos rubio y se llamase Jorge Sanz, diría que estaba viendo el comienzo de Conan, el bárbaro . En esto andaba pensando cuando llega al poblado un grupo de jinetes con muy malas pintas, y comienzan a dejar sin cabeza a todo bicho viviente. Mecachis, a ver si he cogido el DVD que no era… No, Chuarchi está en su sitio, qué raro… A ver si es una versión de He-Man … porque el malo parece Skeletor Esqueletor . O de El guía del desfiladero , que también cumple con el binomio pueblecito tranquilo" vs. "guerreros malvados que matan a todos menos al joven que vengará a su pueblo”. Pero no, decididamente no se trata de ninguna de estas películas.


La historia sigue avanzando, y nos encontramos con un guerrero, Lobo (Wolfhound), decidido a vengarse de aquellos que mataron a todos los miembros de su clan, los Lobos Grises (excepto a él mismo, se entiende). Le acompaña una curiosa mascota: un zorro volador, especie de murciélago frugívoro, que en principio difícilmente podremos ver sobrevolando la taiga o la estepa, pero que junto a Lobo recorre poblados que recuerdan a las ilustraciones de Ivan Bilibin para los libros de Afanasiev que leí en mi infancia, en los que Baba Yaga parecía más ingeniosa que el Esqueletor malo maloso de la peli. En esto me ha recordado a Marc Singer (el “bueno” -no entraré en matices semánticos sobre la palabra- de V ) en El señor de las bestias . El caso es que Lobo conoce a una princesa, se hace su feroz guardián, y de paso va liquidando a cuantos seguidores de Maneater (original el nombre de Esqueletor, ¿verdad?) se le cruzan por el camino.


Wolfhound, tras terminar de verla, me ha dejado más bien indiferente. Aunque algunos tintes de folclore ruso se cuelan entre los intersticios de una historia más bien convencional, no son lo suficientemente buenos como para marcar una diferencia de calidad entre esta película y otras del género, que vinieron a explorar explotar en los ’80 la estela que dejase el Conan de John Milius (que tan buen sabor de boca me ha dejado recientemente con Roma ). La magia y fantasía que presenta esta película me recuerdan un poco a la que tiñe historias eternas como la de Tristán e Isolda , es decir, cercana a la de las historias transmitidas por narración oral, los cuentos de hadas o las narraciones mitológicas en las que dioses y hombres hollaban conjuntamente la Tierra, y se amaban (carnalmente) entre ellos.


Y todo esto para plantearme, señoras y señores, si caeré en la maldición tentación de dejarme arrastrar hasta el cine para ver a uno de mis mitos de la infancia: el Príncipe de Persia , cuyo rostro en el celuloide tuve la desdicha de encontrar hoy...


Hay días que es mejor no levantarse… ni dejar de leer el libro que me tiene enganchado en este momento ;)

George R.R. Martin visita Málaga


George R. R. Martin, el conocido autor de ciencia ficción y fantasía, guionista de míticas series como En los límites de la realidad o La bella y la bestia , nos ha visitado en Málaga. Su saga más famosa, Canción de Hielo y Fuego , ha atrapado a lectores de todo el mundo y de todas las edades, aunque el enfoque que le da el autor está principalmente orientado a un lector adulto. He de confesar que yo le leo desde hace poco tiempo, ya que las portadas de sus libros (al menos a mí) me parecían un tanto juveniles, y creía que sería un pastiche fantástico a la altura de los peores tiempos de la editorial Timun Mas . Sin embargo, y a raíz de su visita a Málaga, empecé a interesarme por el autor, vi algunas críticas rayanas en la idolatría, y me decidí a darle una oportunidad, algo de lo que no me arrepiento. Sus personajes están concebidos con una profundidad por desgracia no demasiado habitual, y la historia de Juego de Tronos , el primer libro de la saga, engancha hasta grados de drogodependencia.


Ayer pude verle en la librería Luces (que poco a poco se va ganando un huequito en el corazón con acciones como la presente, que son las que realmente marcan la diferencia entre una librería tradicional, aunque se vista de seda, y un mero comercio de libros como los de los centros comerciales, por ejemplo), y se trata de una persona afable y agradable. Os lo recomiendo.


Un sueño (más) hecho realidad



Anoche la voz de Loreena McKennitt envolvió nuestras almas provocándonos un agradable sobrecogimiento ante tamaña belleza. Llevo siguiendo a Loreena desde hace muchos años, y nunca imaginé que llegaría a verla tocar en directo. Hace un año, cuando me enteré demasiado tarde de que había tocado en la Alhambra, en mi tierra, sentí que había dejado escapar el tren, que había perdido la oportunidad de acudir a uno de sus conciertos. De hecho, hace unos meses consultaba en su página la posibilidad de que tocase en España en una próxima gira, pero nada aparecía a este respecto, únicamente su gira por Canadá. Y casualmente, conversando con un compañero, surgió en la conversación un concierto. El de anoche, con Loreena McKennitt y su increíble compañía de músicos, y no en Madrid ni Barcelona, sino en Málaga .


No hay palabras para describir todos los sentimientos que despertó su música entre aquellos que estuvimos allí. Pero su espectáculo es sublime.


Aquellos que tengáis oportunidad de verla, está de gira por España . Acudid y deleitaos .



Come away, O human child!
To the waters and the wild
With a faery, hand in hand,
For the world’s more full of weeping than you can understand.

¿Una comida feliz?


Cada vez que compramos, emitimos un voto; como individuos podemos caer en la tentación de pensar que nuestros pequeños actos no tienen importancia, que una comida no puede influir. Pero cada comida, cada bocado de alimento, tiene una rica historia: cómo y dónde creció o se crió, cómo se cosechó. Nuestras compras, nuestros votos, determinarán el camino que sigamos. Y se necesitan miles y miles de votos a favor de prácticas agrícolas que restauren la salud del planeta.
Es imposible seguir con el insensato consumo del mundo occidental, que ahora extiende sus codiciosos tentáculos por todo el globo. El precio, cuya mayor parte pagarán nuestros hijos, es demasiado alto. Solo actuando unidos, negándonos a comprar alimentos que se han sazonado en secreto con venenos y dolor, podemos enfrentarnos al poder empresarial que envuelve el mundo. Juntemos las manos. Hablemos por quienes no tienen voz y por los pobres. Defendamos nuestro derecho, como ciudadanos de democracias libres, a volver a tomar las riendas de la producción de alimentos. Sembremos todos juntos las semillas de una cosecha mejor, capaz de generar otra manera de vivir.





Así habla esta sabia mujer, haciéndonos reflexionar sobre si existe una necesidad real de seguir creciendo al ritmo en que lo hacemos ahora. La respuesta es clara, rotunda, tajante: NO. Algo que, a poco que nos sentemos un momento a reflexionar (aunque tal vez sea pedir mucho en esta época de estrés, plagada de un sinvivir continuo, que detengamos un instante el motor y veamos hacia dónde nos dirigimos), nos resultará obvio. El crecimiento exponencial de la población no permite a la tierra dar los frutos necesarios para nuestra subsistencia. El consumo excesivo de carne es el germen de una actitud insolidaria con los pequeños agricultores, con los más necesitados y con el medio ambiente. Pero todo parece darnos igual, hay que crecer, más y más… ¿para qué? ¿Para legar a nuestros hijos, a nuestros nietos, una tierra baldía, un erial que ni sus lágrimas podrán regar? Si no detenemos ahora nuestro ritmo de crecimiento, no habrá futuro por el que lamentarse. Pero estamos a tiempo, cambiando nuestra conducta, nuestra forma de pensar, si no de remediarlo y volver a la Tierra al estado en el que la recibimos de nuestros padres, sí al menos de reducir el gravísimo impacto que le estamos causando. En nuestras manos está, con nuestro voto individual, decidiendo cómo nos desplazamos, qué comemos, cuánto consumimos. Y aquí no valen medias tintas.


¿Colaboras? Todos somos el medio ambiente.

Roma



Hace tiempo que disfruté como un enano con esta serie. Era la época en la que, además, visitamos Mérida y nos deleitamos con la buena compañía de los amigos en el incomparable marco de Extremadura. Mérida me encantó (como dejé claro en su día en este blog), una ciudad que dejaba entrever en cada esquina su pasado, eminentemente dominado por el periodo de ocupación romana.


En aquella época, como decía, estuve viendo la serie Roma. Desde que oí hablar de ella me llamó la atención, y aprovechando una oferta especial de National Geographic Historia, conseguí la primera temporada a un precio más que apetecible. Y la devoré. Me encantó su recreación de la época, sus personajes, dotados de una psicología profunda todos ellos, las inumerables intrigas palaciegas, y un periodo más que interesante de su historia (el final de la República y el comienzo del Imperio). Pero no había podido escribir por aquí recomendándola. Unas veces por una cosa, otras por otra, alfinal no me sentaba a hacerlo. Ahora estoy disfrutando de ella nuevamente, en versión original. Y no quería dejar la oportunidad de recomendarla para este verano. Seguro que no os defrauda.


Paradojas

Después de bastantes días sin escribir (aunque sin dejar decaer la actividad bloguera, como atestiguan las numerosas entradas de Lobosoft), y dedicado a ir levantando servicios para Andanzas de un Trotalomas, como la Ecobloguía, una guía de blogs ecológicos, aquí me encuentro nuevamente dispuesto a narrar las aventuras y desventuras de un trotalomas que no quiere dejar de serlo. De modo que en breve, nuevos artículos en toda la red de blogs en torno a nuestras andanzas.


Y para ir abriendo boca, dejo aquí una fotografía que conseguí hace unos meses en Málaga, cerca de la estación de autobuses. No ha sido hasta hoy que he podido pasarla al ordenador. Como se puede observar, la calidad es peor que pésima, ya que fue realizada desde un teléfono móvil (de ahí la tardanza en poder pasarla al ordenador, al igual que otras muchas de las que dará cumplida cuenta en los próximos días La Dehesilla News ), pero no deja de ser curiosa, a la par de llamativa: el capitalismo y el comunismo se dan la mano en esta calle malagueña.


El hombre de hielo, por Haruki Murakami

Me casé con un hombre de hielo.
Lo vi por primera vez en un hotel para esquiadores, que es quizá el sitio indicado para conocer a alguien así. El lobby estaba lleno de jóvenes bulliciosos pero el hombre de hielo permanecía sentado a solas en una butaca en la esquina más alejada de la chimenea, absorto en un libro. Pese a que era cerca de mediodía, la luz diáfana y fría de esa mañana de principios de invierno parecía demorarse a su alrededor.

—Mira, un hombre de hielo —susurró mi amiga.

En ese momento, sin embargo, yo no tenía la menor idea de lo que era un hombre de hielo. A mi amiga le sucedía lo mismo:
—Debe estar hecho de hielo. Por eso lo llaman así. —Dijo esto con una expresión grave, como si hablara de un fantasma o de alguien que padeciera una enfermedad contagiosa.
El hombre de hielo era alto y aparentemente joven pero en su cabello grueso, similar al alambre, había zonas de blancura que hacían pensar en parches de nieve sin derretir. Sus pómulos eran angulosos, como piedra congelada, y sus dedos estaban rodeados por una escarcha que daba la impresión de que nunca se fundiría. Por lo demás, no obstante, parecía un hombre común y corriente. No era lo que se dice guapo aunque uno notaba que podía ser muy atractivo, dependiendo del modo en que se le observara. En cualquier caso, algo en él me conmovió hasta lo más profundo, algo que sentí se localizaba en sus ojos más que en ninguna otra parte. Silenciosa y transparente, su mirada evocaba las astillas de luz que atraviesan los carámbanos en una mañana invernal. Era como el único destello de vida en un cuerpo artificial.
Me quedé inmóvil por un tiempo, espiando al hombre de hielo a la distancia. No alzó la vista. Continuó sentado sin inmutarse, enfrascado en su libro como si no hubiera nadie en torno suyo.


A la mañana siguiente el hombre de hielo se hallaba otra vez en el mismo lugar, leyendo un libro de la misma manera. Cuando fui al comedor para el almuerzo, y cuando regresé de esquiar con mis amigos al atardecer, aún estaba ahí, fijando la misma mirada en las páginas del mismo libro. Al día siguiente no hubo cambios. Incluso al caer el sol, y mientras la oscuridad ganaba terreno, permaneció en su butaca con la quietud de la escena invernal al otro lado de la ventana.

La tarde del cuarto día inventé alguna excusa para no salir a esquiar. Me quedé sola en el hotel y vagué un rato por el lobby, desierto como un pueblo fantasma. El aire era cálido y húmedo y la estancia tenía un olor curiosamente abatido: el olor de la nieve adherida a la suela de los zapatos que ahora se derretía frente a la chimenea. Miré por los ventanales, hojeé uno o dos periódicos y luego, armándome de valor, me dirigí al hombre de hielo y le hablé.

Tiendo a ser tímida con extraños, y salvo que haya una buena razón no acostumbro platicar con gente que no conozco. Pero pese a todo me sentí impelida a hablar con el hombre de hielo. Era mi última noche en el hotel, y temía que si dejaba pasar la oportunidad nunca volvería a conversar con alguien así.
—¿No esquías? —le pregunté del modo más casual que pude.

Alzó el rostro con lentitud, como si hubiera oído un ruido lejano, y me miró con esos ojos. Después negó con la cabeza.

—No esquío —dijo—. Me gusta sentarme aquí a leer y observar la nieve.
Encima de él las palabras formaron nubes blancas semejantes a los globos de un cómic. De hecho pude ver las palabras en la atmósfera, hasta que las borró con un dedo escarchado.
No supe qué decir a continuación. Me sonrojé y me quedé inmóvil. El hombre de hielo me vio a los ojos y pareció esbozar una sonrisa tenue.

—¿Quieres sentarte? —preguntó—. Te intereso, ¿verdad? Quieres saber qué es un hombre de hielo. —Rió—. Tranquila, no hay por qué preocuparse. No vas a resfriarte sólo por hablar conmigo.
Nos sentamos juntos en un sofá en un rincón del lobby y vimos danzar los copos de nieve a través de la ventana. Pedí un chocolate caliente y lo bebí, pero él no ordenó nada. Al parecer era tan torpe como yo a la hora de entablar una conversación. No sólo eso, sino que daba la impresión de que no teníamos ningún tema en común. Al principio hablamos del clima. Luego, del hotel.

—¿Estás solo? —le pregunté.
—Sí —contestó. Después preguntó si me gustaba esquiar.
—No mucho —dije—. Vine únicamente porque mis amigos insistieron. De hecho casi no esquío.
Había tantas cosas que quería saber. ¿Realmente su cuerpo era de hielo? ¿Qué comía? ¿Dónde pasaba los veranos? ¿Tenía familia? Cosas por el estilo. Pero el hombre de hielo no habló de sí mismo, y yo me abstuve de hacerle preguntas personales.
En lugar de eso, habló de mí. Sé que es difícil creerlo, pero de alguna manera sabía todo sobre mí. Sabía quiénes eran los miembros de mi familia; sabía mi edad, mis preferencias y aversiones, mi estado de salud, a qué escuela iba, qué amigos frecuentaba. Sabía incluso cosas que me habían ocurrido hacía tanto tiempo que hasta las había olvidado.

—No entiendo —dije, confundida. Me sentía como si estuviera desnuda ante un extraño—. ¿Cómo sabes tanto de mí? ¿Puedes leer la mente?
—No, no puedo leer la mente ni nada parecido. Sólo sé —respondió—. Sólo sé. Es como si mirara con fuerza dentro del hielo: cuando te miro así, de pronto veo perfectamente cosas acerca de ti.
—¿Puedes ver mi futuro? —le pregunté.
—No puedo ver el futuro —dijo con calma—. El futuro no me puede interesar para nada; para ser más preciso, no sé qué significa. Eso es porque el hielo no tiene futuro; todo lo que posee es el pasado que encierra. El hielo es capaz de preservar las cosas de esa forma: limpia y clara y tan vívidamente como si aún existieran. Ésa es la esencia del hielo.
—Qué bonito —dije, y sonreí—. Me alegra escucharlo. A fin de cuentas, lo cierto es que no me importa averiguar mi futuro.


Nos volvimos a encontrar en varias ocasiones, una vez que regresamos a la ciudad. A la larga comenzamos a salir. No íbamos al cine, sin embargo, ni a tomar café. Ni siquiera íbamos a restaurantes. Era raro que el hombre de hielo comiera algo. En lugar de eso, solíamos sentarnos en una banca en el parque a hablar de distintas cosas: de todo salvo de él.

—¿Por qué? —le pregunté un día—. ¿Por qué no hablas de ti? Quiero conocerte mejor. ¿Dónde naciste? ¿Cómo son tus padres? ¿Cómo te convertiste en un hombre de hielo?
Me observó un rato y luego sacudió la cabeza.
—No lo sé —dijo nítida, serenamente, exhalando una bocanada de palabras blancas—. Conozco la historia de todo lo demás, pero yo carezco de pasado. No sé dónde nací ni cómo eran mis padres; ni siquiera sé si los tuve. Ignoro qué tan viejo soy; ignoro, aun más, si tengo edad.

El hombre de hielo era tan solitario como un iceberg en la noche oscura.


Me enamoré perdidamente del hombre de hielo. Él me amaba tal como era: en el presente, sin ningún futuro. Yo, por mi parte, lo amaba tal como era: en el presente, sin ningún pasado. Incluso empezamos a hablar de matrimonio.

Yo acababa de cumplir veinte años y él era mi primer amor real. En aquella época ni siquiera podía imaginar qué significaba amar a un hombre de hielo. Pero dudo que haberme enamorado de un hombre común hubiera aclarado mi noción del amor.

Mi madre y mi hermana mayor se oponían con firmeza a que me casara con él.
—Estás muy joven para casarte —decían—. Además, no sabes nada de su vida. Vaya, no sabes dónde ni cuándo nació. ¿Cómo decirles a nuestros parientes que te casarás con alguien así? Por si fuera poco, hablamos de un hombre de hielo: ¿qué vas a hacer si de pronto se derrite? Parece que ignoras que el matrimonio implica un compromiso auténtico.

Sus preocupaciones, no obstante, eran infundadas. Al fin y al cabo, un hombre de hielo no está hecho verdaderamente de hielo. Por más calor que haga no se va a fundir. Se le llama así porque su cuerpo es frío como el hielo pero su constitución es distinta, y no es la clase de frialdad que roba la calidez de la gente.
De modo que nos casamos. Nadie bendijo la unión, ningún amigo o pariente compartió nuestra alegría. No hubo ceremonia, y a la hora de anotar mi nombre en su registro familiar, bueno, resultó que el hombre de hielo no tenía. Así que simplemente decidimos que estábamos casados. Compramos un pequeño pastel y lo comimos juntos: ésa fue nuestra modesta boda.

Rentamos un departamento diminuto, y el hombre de hielo comenzó a ganarse la vida en un depósito de carne congelada. Podía soportar las más bajas temperaturas, y por mucho que trabajara nunca se sentía exhausto. Le caía muy bien al patrón, que le pagaba mejor que al resto de los empleados. Llevábamos una rutina feliz, sin molestar y sin que nos molestaran.

Cuando él me hacía el amor, en mi mente aparecía un trozo de hielo que estaba segura existía en algún sitio en medio de una soledad imperturbable. Pensaba que quizá él sabía dónde se hallaba. Era un pedazo de hielo duro, tanto que yo imaginaba que nada podía igualar su dureza. Era el trozo de hielo más grande del orbe. Se encontraba en un lugar muy lejano, y el hombre de hielo transmitía la memoria de esa gelidez tanto a mí como al mundo. Al principio me sentía turbada cuando él me hacía el amor, aunque al cabo de un tiempo m


Maravilloso, enigmático, de abrumadora belleza. Esta novela de Murakami (la segunda que leo, tras su magnífico Tokio Blues -Norwegian Wood- ) me ha atrapado de principio a fin. La búsqueda de un sentido a la propia existencia lleva al protagonista de la historia, Tooru Okada, un joven abogado en paro que es abandonado por su mujer, a conocer a todo tipo de individuos, reales y oníricos, que influirán decisivamente en su forma de ver la vida. Por la suya desfilarán, apareciendo y desapareciendo como el Guadiana, extrañas hermanas con nombre de isla, una madre y su hijo mudo, y una joven, May, que será su ¿unica? amiga. Todo en pos de encontrar a su gato y a su mujer, desaparecidos en dos momentos cercanos, y a sí mismo, en último término.


Intercalada en la narración encontramos intercaladas diversas historias de los personajes ¿secundarios? que enriquecen la historia principal y la dotan de nuevas dimensiones. Haruki Murakami es sin duda alguna una de los referentes literarios de Japón en la actualidad, y un narrador a tener muy en cuenta si hablamos de autores contemporáneos.

Pudimos

Dado que desde ayer no hay crisis en España (al menos, hasta dentro de un par de semanas o tres, cuando pase la euforia balompedística del momento) y hoy el egopatrismo impera en los sentimientos de la mayoría de los españoles, me sumo en un sentido homenaje al estupor causado por una inesperada victoria de la selección española de fútbol en la Eurocopa 2008. Aunque hay creyentes que siempre confiaron en ella , me consta que la mayoría no se entusiasmaba (o no quería hacerlo) hasta alcanzar ayer la victoria. He de confesar que, aunque no me gusta el fútbol y aborrezco los sentimientos nacionalistas y patrióticos, esta vez ganó el juego limpio frente a las acometidas teutonas cargadas de juego sucio, y por ello me alegra el resultado.


En cualquier caso, como cantaba el genial Enrique Bunbury,



También un extraño en mi tierra
aunque la quiera de verdad
pero mi corazón me aconseja:
los nacionalismos que miedo me dan



Ni patria ni bandera
ni raza ni condición
ni límites ni fronteras
Extranjero soy.


Pero puestos a llevar a cabo homenajes y más homenajes , o a sacar hoy una bandera, cito a mi querida pareja para decir que



¡PUDIMOS!


Eso sí, a ver si podemos de paso cuidar algo más este planeta azul, si no queremos que vistiendo "la roja" la Tierra se convierta en un nuevo Marte.

Concierto de Luz en Málaga

Ayer pudimos disfrutar del buen hacer en concierto de Luz Casal en Málaga. Esta mujer imbatible ha superado una dura etapa de enfrentamiento con la enfermedad, y ahora suma su esfuerzo al de asociaciones y administraciones a la hora de combatir la plaga del último par de siglos: el cáncer.



Aunque el lugar del concierto no fue, a mi parecer, el más indicado (aunque siempre será preferible ver un concierto a que se celebre allí una corrida de toros), y la acústica desmereció, sobre todo al principio, la voz de Luz y los acordes de su grupo, poco a poco fue mejorando el sonido, conforme pasaba de un pequeño escenario central, donde entonó sus canciones más intimistas y profundas, hasta el gran escenario donde nos deleitó con sus clásicos más rockeros . Finalizó la actuación en la buena compañía de artistas locales, y no dejó mal sabor de boca a nadie, a pesar de lo dispares que éramos los asistentes al concierto.

La loma del alcaudón

Acabo de salir de trabajar, y volviendo a casa desde el Peteá (el Parque Tecnológico de Andalucía , vaya) he podido ver por segunda vez un alcaudón común de caza. Hace unos días lo vi en lo alto de una pequeña rama, en el centro de una loma cubierta de césped, oteando desde su pequeña atalaya. Al verme, voló huyendo. Hoy, antes de hacer el amago de huir buscando el refugio de un pequeño soto, le he visto lanzarse sobre el campo, intentando cazar algún pequeño ratón.



Ventajas, amigos, de no usar el transporte privado para ir a trabajar ;) . ¡Y una buena forma de empezar el fin de semana, pardiez!

El "reality" ornitológico

Encuentro en el Blog de Forestman una serie de enlaces a webcams que emiten en tiempo real, y on-line, la vida de varias nidadas de aves. Cigüeñas negras en Estonia y Águilas imperiales nos muestran sus intimidades, y permiten descubrir momento a momento sus apasionantes vidas. Sin duda, una interesante herramienta para disfrutar y aprender a amar la naturaleza.




Sobre días mundiales y otras hierbas

Hoy es el Día Mundial del Medio Ambiente, un día que según las noticias que se pueden leer últimamente, debería ser un día de reflexión, ya que difícilmente podría serlo de celebración. Reflexión sobre cómo nuestras decisiones individuales afectan al planeta, hasta en los aspectos más insospechados.


Si tomamos por ejemplo el agua, uno de los recursos más limitados del planeta (especialmente en lo referido al agua potable), posiblemente dentro de unos años estemos hablando de guerras por el agua (equivalentes a las guerras por petróleo que tanto se dan en la actualidad). Pensemos por ejemplo que para conseguir una taza de café son necesarios 140 litros de agua (para el cultivo, producción y empaquetado de los granos de café). Esto es el equivalente aproximado a la cantidad media que gasta una persona durante el día, para beber y realizar las tareas del hogar. Para obtener un trozo de queso de 500 gramos serían necesarios unos 2.500 litros de este recurso; para un litro de leche, más de 3.000; para un kilo de carne de res, más de 10.000... Es decir, en el menú diario, un consumidor emplea entre 2.000 y 5.000 litros de agua, que ha sido necesaria para llegar a producir el consumo (sólo a nivel alimenticio, que respecto a otras necesidades también podríamos hablar) de una persona en un día.


En estos días estoy leyendo un interesantísimo libro de Jane Goodall (conocida por sus trabajos de investigación con chimpancés) sobre la comida (Otra manera de vivir). Las necesidades alimenticias de la población, y el coste que conlleva a la Tierra y el medio ambiente (la huella ecológica) nuestro actual modelo de vida. Un modelo desarrollista que no pone freno a las necesidades (generadas artificialmente en su mayoría) de una población creciente.


Como decía en su informativo hace unos días Iñaki Gabilondo, nos quedan unos años para corregir nuestro comportamiento. Podemos aprovecharlos, y salvar el planeta (y de paso, a nosotros mismos), o pasar de largo, ajenos a todo de forma consciente o inconsciente, regodeándonos en nuestra miseria y exterminar, como venimos haciendo hasta ahora, a todo ser viviente. Porque el refranero es sabio, y ya saben lo que dice: "todo aquello que corre, nada o vuela, a la cazuela".


Así nos va.

Personas libro

El pasado viernes, día 30 de mayo, estuve con Ro en la librería Luces, que cumplía 5 años de existencia, echando un vistazo a los libros y presenciando una de las iniciativas que llevaron a cabo como celebración del lustro de existencia de la cadena de librerías. En concreto, estuvimos viendo a varias personas-libro recitando fragmentos de obras literarias, y ciertamente fue bastante emotivo. Para aquellos que aman los libros, pensar en la quema de libros simbólicas (como la que perpetran el barbero y el cura con los libros de caballerías de Don Quijote) o no (la de Berlín, o la que se produjo durante la guerra civil española, o tantas otras otras) es sumirse en el horror de la vergüenza y la barbarie. Porque sin libros, sin cultura, somos más vulnerables. Porque sin cultura, que no es patrimonio de la humanidad, sino de nosotros los hombres y otros seres (grandes simios, delfines y otras especies poseen rasgos culturales bastante marcados entre sus poblaciones), no somos nada.


Y, para evitar esta quema, os recomiendo un libro, personas:


Opiniones

Aquí tenemos La opinión de Gabilondo que emite diariamente la cadena televisiva Cuatro al comienzo de su noticiario. Se trata de la correspondiente al día de ayer, y no puede parecerme más acertada.


"Tendemos a creer que el primero de los datos, el del paro, nos afecta a “nosotros”; y que el segundo, el del hambre, les afecta a “ellos”. Error. Es una mirada equivocada, prehistórica. Sólo entraremos en la historia cuando reconozcamos que la globalidad, de la que hablamos sin cesar, nos obliga a ver el mundo como un cuerpo humano único. Pero todavía seguimos en el pasado. Para el hambre del mundo, un poco de dinero. Nuestra receta es un espolvoreo de solidaridad, una versión actualizada y laica del Domund. Y está bien, naturalmente. Pero es inútil que nos engañemos porque intuimos, casi casi sabemos, que no tendremos futuro si no transformamos profundamente nuestra manera de vivir. Ya hoy, hasta los análisis más superficiales de este problema nos obligan a poner en cuestión nuestros comportamientos. Desde el proteccionismo agrícola de Europa y de los Estados Unidos hasta unos modelos de desarrollo y crecimiento poco o nada sostenibles. Pero en fin, todavía podemos fingir unos pocos años más, y seguir como si nada. Pero más pronto que tarde tendremos que hacer frente a la evidencia. Lo que les pasa nos pasa. No nos pasa sólo nuestro paro; nos pasa también su hambre. Tendremos que ampliar el significado del pronombre "nosotros" y extenderlo un poco más allá de nuestras narices. Y olvidar la estupidez suicida de pensar que no importa si hay fuego en el edificio porque no es en nuestro piso."


Iñaki Gabilondo.


Pueden encontrarse más opiniones en la web de Cuatro.


Nido para pájaros

Aunque cada vez es más difícil disponer de una vivienda con un patio con su pequeño jardín, de un balcón o terraza con abundantes plantas, o disponer de una casa, a secas, si tenemos la suerte de disfrutar de una casa con alguna de estas características o tenemos cerca de casa algún parquecito, es probable que la manualidad de hoy nos depare grandes satisfacciones.


Vamos a construir, reciclando un tetra-brik de leche, una caja-nido para pequeñas aves. Para ello, necesitaremos unos elementos básicos: la caja de leche, por supuesto, un poco de harina y agua, para preparar engrudo (ya que, aunque sería factible usar otro tipo de pegamentos, deseamos producir el menor impacto posible en el medio ambiente), un pequeño cazo y un cucharón para remover y untar el engrudo. Más adelante necesitaremos también un poco de tierra mezclado, a ser posible, con restos vegetales.



Preparamos el engrudo, diluyendo una parte de harina en cinco o seis de agua en el cazo (para la caja-nido nos bastará con algo menos de medio vaso de harina y tres vasos de agua), y calentando la mezcla hasta llevarla a ebullición. Continuamos removiéndola durante unos 10 ó 15 minutos (más incluso, en función de la proporción de agua-harina usada), hasta que la mezcla se torne consistente, como si de un pegamento se tratase. Una vez preparado lo retiraremos del fuego, guardándolo cuando se enfríe en un recipiente que podamos cerrar.


Iremos untando el engrudo sobre el tetra-brik de leche, hasta cubrirlo por completo. Una opción es hacerlo por partes, siguiendo el proceso que describiremos a continuación, para evitar pringarnos de engrudo y por comodidad.



Ya lo hagamos de una vez, ya sea por partes, una vez untada la caja de leche de engrudo, procederemos a esparcir sobre el mismo la mezcla de tierra y restos vegetales, quedando cubierto por completo, lo que le dará un aspecto terroso, muy adecuado para no asustar a los pájaros, que se aclimatarán con mayor facilidad a la caja-nido, y también evitará que sea detectada por sus depredadores naturales.



Pasadas unas horas, la caja se habrá secado y podremos proceder a terminar su cubrición si no la llevamos a cabo por completo. Una vez cubierta y secada en su totalidad, podemos proceder a efectuar un agujero por uno de los lados estrechos de la caja, a media altura, permitiendo así el acceso de las aves al interior de la caja. Ya sólo nos queda buscar una rama adecuada en un árbol, donde quede protegida de las inclemencias del tiempo y de posibles depredadores. Colgaremos la caja mediante un hilo bramante, o la ataremos a la rama, si ésta es suficientemente vertical. A partir de este momento, sólo nos queda esperar a que los pájaros se acostumbren a su presencia, y decidan explorarla y ocuparla. Con un poco de suerte, tendremos ante nosotros una divertida primavera de observación ornitológica.


La Dehesilla News cumple un año


Tal día como hoy, hace precisamente un año, nació en la red el proyecto de La Dehesilla News . Parece que, a modo de homenaje el cielo ha decidido descargar suavemente sobre la tierras malacitanas que lo vieron nacer.


Cuando decidí emprender el proyecto llevaba tiempo sin escribir, una actividad antaño tan común en mí (escribiendo artículos en revistas y fanzines varios, algunos cuentos, listas de correo, alguna que otra web…) que había quedado relegada a causa de las obligaciones, la falta de tiempo e, incluso, “la letal desidia” de un vacío insostenible. Pero como creía tener algo que ofrecer, y mi disidencia con todo es reconocida, me decidí a crear una nueva web. Dejé de lado la reticencia a usar un blog, ya que al fin y al cabo lo que deseaba era escribir, dejar constancia de cuanto ocurría en Santa Fe y no era denunciado. Posteriormente fui ampliando el ámbito del blog, ya que no es fácil mantener un noticiario desde la distancia (“radio patio” funciona, sí, pero en ocasiones más mal que bien), y además siempre había cosas que denunciar fuera (por desgracia, siempre hay demasiadas). Así, La Dehesilla News abarcó con sus tentáculos Santa Fe y El Extranjero.


Andando los meses, empecé a escribir otro blog, el de Lobosoft , el dominio de mi particular modus vivendi dentro de la informática. La impronta de Lobosoft en proyectos desde que conseguí mi pequeño Spectrum ha sido continua, y debía seguir siéndolo. Así, de una página web inicial pasé a un blog, que impulsé especialmente desde enero de 2008. Fue también una reconciliación con la informática, mi profesión (muy a mi pesar), y lo cierto es que también una catarsis que me ha permitido seguir desarrollándola hasta en los peores momentos. Con más de 100 artículos publicados hasta la fecha, la verdad es que al pequeño de los blogs no le va del todo mal. El pequeño de la familia es PageRank 3 desde hace prácticamente un mes, llegará hoy mismo a las 9000 visitas en seis meses de vida, y sigue subiendo.


Y entretanto, habían llegado las Andanzas de un Trotalomas . Lo del nombrecillo tiene tela, y algún día puede que revele su origen. Es el blog más personal de los tres, donde tiene cabida un poco de todo, y aunque en ocasiones me replanteo “hacerle un reset ” y empezar de cero con algo más serio, no termino de hacerlo. Inicialmente alojado en un sitio de hosting gratuito (donde sigue de momento), y ya con dominio propio, se ha convertido en la casa de otros blogs. Así, La Dehesilla News se mudó hace poco más de un mes aquí, y se aloja en la dirección http://dehesilla.trotalomas.es . No es el único subdominio del Trotalomas. Recientemente se unió el blog de Críalos y Cuervos , el grupo de investigación de La Dehesilla , y en breve empezaremos a publicar cositas. No queda ahí la cosa, y se me ocurren un par de ideas que… en fin, ya daré cumplida cuenta de ellas llegado el momento.


Ha sido un año de cambios (una mudanza y un cambio de trabajo para llegar a Málaga, y otro par aquí hasta el momento) que se han hecho eco incluso en Internet, con las mudanzas de los blogs J . Espero que ahora la cosa se estabilice un poco, y la tranquilidad me permita emprender otros proyectos que tengo en mente. En cualquier caso, con 110 entradas publicadas en Lobosoft, 74 en Andanzas de un Trotalomas y 64 en La Dehesilla News (además de colaboraciones en Malvicio, Granadaverde, artículos para la revista Custom PC y, recientemente para IT Republic , y un par de nuevos relatos que puede que vean la luz algún día), no puedo más que celebrar que aún a fecha de hoy, alguien siga leyéndome sin haber escarmentado.


Gracias a todos y, nuevamente, ¡felicidades, Dehesilla !

Este buitre está como un cencerro


Leo con consternación en La Crónica Verde que ha sido visto un buitre con un cencerro colgando del cuello. Ya de por sí esta noticia sería llamativa, pero es que además no es la única al respecto. Hace ya un par de años Forestman publicó en su blog una referencia a esta gamberrada típica de ambientes rurales.



Ya que es probable que el buitre porte su llamativa señal desde hace años, y no habrá (espero) demasiados en su situación, sería interesante comprobar si se trata del mismo ejemplar, pudiendo fecharse así los avistamientos y controlar la dispersión de los individuos.

EsPPaña se desmembra

Que en el seno del Partido Popular español corren aguas revueltas es algo que reconocerá cualquiera que haya estado mínimamente atento a las noticias en las últimas semanas. Tras el victorioso fracaso del partido en las pasadas elecciones generales, la sede de la calle Génova de Madrid se ha convertido en una cantina que nada tiene que envidiar a la cinta (¿se dirá ahora deuvedé, blurei o divequis?) de Roberto Rodríguez, Abierto hasta el amanecer . Hordas de clones de Lordi acechan a Sauron dispuestas a decapitar a su particular Señor Oscuro e instaurar en su lugar una terrible Señora llamada Galadr… Lo siento, tiendo a divagar. A lo que íbamos. ¡Santiago y cierra España! El partido que desde siempre ha sido adalid de la unidad territorial del estado español adolece de múltiples roturas internas. ¿Cómo terminará todo? Quién podría decirlo, pues ni el más sabio conoce el final de todos los caminos…



Yo, por si acaso, me mantendría alejado, por si las moscas. O las gaviotas...


En casa

El/la perspectiva/o de género/a



Recientemente recibí un correo electrónico que venía encabezado del siguiente modo:


Estimadas/os amigas/os…


Hacía gala, como tantos escritos hoy día, de la llamada perspectiva de género. No sé a ustedes, pero para mí la idea que transmite dicho escrito está bien clara: dejar patente que existen DOS sexos, y que hay que distinguirlos pese a quien pese. Y es que, además de convertirse en textos ilegibles o, cuando menos, engorrosos, hacen un flaco favor en pos de la igualdad de sexos, aunque sea en lo tocante a derechos y obligaciones.


Porque si bien es cierto que el lenguaje puede tener matices sexistas, y la propia evolución del lenguaje en una cultura es permeable a estas inclinaciones, ya sean machistas o feministas, no es menos verdad que, en la mayor parte de los casos, la ciudadanía no es consciente de dicho sexismo en el lenguaje. Argüirán aquellos que se erijan como poseedores de la única verdad, que no percibimos matices sexistas de tan acostumbrados que estamos a comunicarnos de este modo, y posiblemente tengan parte de razón en ello. Pero deberíamos sentarnos a razonar si no será peor el remedio que la enfermedad. Por lo pronto, a “aquellos y aquellas” que opten por usar la perspectiva de género en sus escritos, ya sea duplicando el género de sus oyentes, intercambiando vocales o insertando novedosos y tecnológicos símbolos como la arroba (@), deberían plantearse si no están incurriendo en el mismo defecto que pretenden erradicar. Porque, puestos a ser política y genéricamente correctos, ¿deberíamos dirigirnos a nuestros oyentes según su sexo o su sexualidad? Así, tendríamos mujeres heterosexuales, hombres heterosexuales, mujeres homosexuales, hombres homosexuales, mujeres bisexuales, hombres bisexuales, transexuales (y alguna otra combinación que ignoro, o prefiero ignorar, que para el caso es lo mismo). De otra forma, señoras y señores, estaríamos obviando a parte de nuestra sociedad, sumiéndolos en el más horrible de los vacíos. Y podríamos escribir, dirigiéndonos a todos/as/es/@s/xs/ys los/as/es/@s/xs/ys ciudadanos/as/es/@s/xs/ys que, ¡albricias! recibirían nuestro texto con todo tipo de parabienes, aunque no hubiese ser humano/a/e/@/x/y en el mundo capaz de sacar la más leve pizca de información de ahí… o de no morir en el intento.


El idioma, señoras /es/os/@s/xs/ys, es el que es porque siglos de evolución le han hecho así. En estos tiempos de prisas, en los que lo queremos todo para anteayer, corremos el riesgo de dañar, destruir y hacer desaparecer uno de nuestros legados culturales más importantes: la lengua. Y todo ello en aras de ser más buenos y correctos. Aunque dejemos el alma por el camino, primando las formas sobre el fondo.