Conocí este juego hace ya bastantes años, cuando azuzado por un hambre atroz de enigmas, juegos de lógica y de tablero, indagaba en algún viejo volumen de la biblioteca de Santa Fe. Un cúmulo de factores hicieron que me enamorase inmediatamente del mismo: las reglas, sencillas, permitían ser asimiladas por cualquier persona en unos minutos, y permitirle jugar inmediatamente, lo que no es óbice para que la estrategia que se pueda desplegar durante una partida haya inspirado frases para referirse al Otelo como “a minute to learn, a lifetime to master”.
Pero, ¿por qué el título de esta entrada? Bueno, realmente por la ambigüedad existente respecto al nombre del juego. Aunque hoy día a lo que se suele jugar es al Otelo, éste no es más que la marca registrada de un juego originario de la Inglaterra Victoriana: el Reversi. Lo cierto es que entre ambos existen un par de diferencias, ya que en el Otelo se parte de una colocación específica de las piezas, pudiendo variar ésta en el Reversi, y además, en el Reversi cada jugador tiene treinta y dos piezas, siendo sesenta y cuatro en el Otelo, con dos colores, uno por cada cara, compartidas por ambos jugadores.
La mecánica del juego es sencilla: se parte de un tablero con sesenta y cuatro casillas, todas ellas iguales, y en el centro, cada jugador tiene dos piezas. Mueven primero las negras, y para ello, han de dejar entre la ficha que coloque el jugador, y otra existente de su color, una o más piezas del jugador contrario, que se tornan inmediatamente de su color. Así pues, para mover en este juego, deben capturarse siempre piezas enemigas, o nos veremos obligados a pasar nuestro turno. Esto provoca, además, que la situación del tablero cambie drásticamente con cada jugada. La partida termina cuando ninguno de los jugadores puede realizar un movimiento, es decir, capturar fichas del contrario. Ganará el que posea el mayor número de piezas.
Otro aspecto de interés de este juego es la inherente facilidad que conlleva su programación. Un solo tipo de fichas, sólo un movimiento que implica siempre la captura de piezas del enemigo, constituyen reglas sencillas al fin y al cabo, y la estrategia cambiante por la variación continua de la situación del tablero posibilitan que los programas que juegan al Otelo lo hagan con notable calidad. Algunos de los más interesantes son WZebra (con una versión impagable para PocketPC, llamada CEZebra) y el genial Logistello, que además es open source.
En cualquier caso, hay interesantísimos recursos disponibles en la red, de entre los que destacamos los que siguen:
Etiquetas: juegos
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La desnudez de los árbolesHace 3 años