Hoy es la fiesta del libro, uno de los días del año más significativos para mí, enamorado desde siempre de estos peculiares tetraedros de papel que guardan, como pequeñas cajas de Pandora, imaginarios mundos que recorrer y compartir.
El libro más vendido, como se veía venir, ha sido El juego del ángel, de Carlos Ruiz Zafón, y he de admitir que he colaborado a que así sea. Aunque inicialmente era un poco reticente a sumergirme en la vorágine de la bestsellermanía, lo cierto es que su predecesor, La sombra del viento, fue un libro que marcó un antes y un después. Lo compré en Círculo cuando aún no se hablaba de este fenómeno de masas. Empezaba a sonar como un libro que enganchaba literalmente a sus lectores, pero poco más. La historia me pareció interesante, su autor, apenas conocido entonces y con sólo algunos libros a sus espaldas, me llamó la atención, y lo compré. Pasé el fin de semana metido en la cama, leyendo vorazmente la novela, atrapado en sus páginas, sin poder ni querer salir de ellas. Hacía años que no me atraía tanto una historia, que no me sentía como un niño, leyendo con la linterna bajo las sábanas, eludiendo la celosa vigilancia paterna. Cuando terminé la historia, tuve que volver a empezarla. Fue un libro que compartí con amigos, con mi pareja, con mi suegra… que lo liberó en el mejor sitio para este libro, en un tren (lástima que no tuviese como destino Barcelona). Como fue un book-crossing involuntario, me compró otra edición la de Planeta, que es la que tengo ahora.
Cuando descubrimos a un autor o un libro que nos impacta, queremos compartirlo con los demás, que nuestros amigos y allegados lo conozcan y lo disfruten. No sé qué deparará El juego del ángel (ya daré cuenta por aquí de lo que me pareció), pero sin duda, La sombra del viento es uno de los libros que regalaría sin dudarlo a cualquiera de mis amigos, y cuya lectura recomiendo encarecidamente. Aunque hoy día sea un best-seller ;) .
Etiquetas: libros, literatura