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Anastatica hierochuntica


Perteneciente a la familia de las Brasicáceas, la comúnmente llamada Rosa de Jericó es una peculiar planta, prima de la col, la coliflor, el repollo o el brócoli, que cuenta entre sus peculiaridades con la capacidad de desecarse durante largos periodos de tiempo (incluso años), para recobrar todo su esplendor en cuanto detecta la presencia de agua. Esta singular adaptación al medio en que vive -desierto de Arabia y orillas del Mar Rojo-, así como su extraordinaria longevidad, que puede superar el centenar de años, la llegaron a convertir en un talismán maravilloso, símbolo del renacer (cual ave fénix que tornase en vida cubierto por una película de cobre) y de la buena suerte, y ayuda para los chamanes a la hora de vislumbrar cómo se iba a portar el tiempo en un futuro cercano.


La verdad es que la hierbecita de marras se las trae, siendo una superviviente nata, aunque es una muestra más de cómo los organismos se adaptan hasta las más duras condiciones, gracias a una evolución que se prolonga durante miles y millones de años. Más lentamente de lo que, hoy día, provocamos cambios en la naturaleza con nuestra inconsciencia. Que la Rosa de Jericó -regalo de la madre de Lycis, con el que ha triunfado, todo hay que decirlo-, sea pues símbolo de renacer y esperanza (que cada vez va quedando menos) para nuestro futuro sobre esta Tierra que tanto nos ha dado, y tan poco le supimos agradecer.

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